miércoles, 27 de octubre de 2010

¡Señor creo en tí!

¡Señor!, sufrir para mí es un gran honor a pesar de las espinas, abrojos y cardos que tiene mi camino no hay queja no hay dolor porque voy a tu vera mi buen pastor.

Como una semilla que sobrevive bajo la nieve, no tengo hambre, no tengo frío te tengo a tí, se que mi trabajo no es en vano y en el silencio de mi alcoba elevo mi pensar hacia tí.

En la quietud de la noche he recorrido vuestros valles, vuestras calles y mi espíritu encuentra la paz que inunda mi corazón y siento tu aliento recorriendo mi faz.

Los murmullos inaudibles del viento, las montañas y llanuras forman suave cuna para mi cuerpo agotado que me hacen sentir rica con poder y gloria.

Me habéis dado vida, fortaleza, entereza, fuerza, paciencia y conocimiento en palabras, creo en vuestra dorada promesa de estar a tu lado cuando yo muera.

Mi vida va en pos de tí y no temo a la muerte, perdona los pecados infligidos ya que con ellos te ofendí victima de la debilidad humana.

Señor creo en tí, creo en mí.

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