La luna dormía mientras sus manos sostenían una pequeñìsima estrella que estaba juntito a ella, la nitidèz de sus rayos se unìan en eterna sinfonìa de notas melòdicas en un eterno vaivèn.
Era un dia bello y romàntico, en el aire se sentìa el sutil abrazo de la ternura.
Tìbias plàcidas y enamoradas mis manos buscaron las tuyas como las aves buscan nido para sus crìas.
Mis ojos encontraron los tuyos y se hundieron en el encanto y embrujo de un anillo de brillantes.
El saludo no fuè planeado, ahì estabas, ahì estaba, nuestros labios se unieròn por milèsimas de àtomos, mientras cascadas de colores inundaban mi pensamiento.
No hubo palabras solo còmplices miradas, mientras tanto dentro de mi ser revoloteaban traviesas mariposas.
Estaba ausente, y ahì estaba, el piso desapareciò, yo flotaba entre suaves nubes color violeta que enmarcaban tu silueta.
Sabias carìcias bajaban la colina como el viento venusino recorre la distancia entre el cielo y el mar.
Para nosotros el mundo no existìa, a lo lejos las campanas llamaban a la misa matinal, pero entre tù y yo solo un cielo de amor.
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