domingo, 8 de agosto de 2010

"Amor bajo la tormenta"

La lluvia sesgada por el viento cae sobre los techos de las viviendas como si se tratáse de olas inmensas azotándose con furia entre relámpagos y truenos ensordecedores.

Las luces multicolores recorren la cortina
de mi recámara, danzando sobre ellas y dándoles un tono tornasoleado, el viento sobre las hojas del árbol forma un murmullo estremecedor como si se tratáse de una orquesta infernal.

Las hojas se sujetan con manos y dientes de la rama del árbol para evitar ser arrastrádas por el vendaval entre la basura, el agua y el lodo de la calle.

Sola, como si estuviese en medio de un oceáno sin más compañía que las olas, mi sillón que sirve de cama me mira interrogante tratando de adivinar los pensamientos que cruzan por mi mente.

El estrépito continúa, la adrenalina recorre la columna, las tinieblas envuelven el ambiente en lóbrego abrazo, la ansiedad atrapa mi alma y pensamiento imaginando que ésta pudiese ser mi última noche sobre la tierra y que de pronto un rayo puede atravesar mi cuerpo y cortar de tajo mi vida.

La ropa interior se desliza suave bajo la sábana blanca semejando el ruido que produce el caminar de una araña sobre su hilo, enmedio de esta fiesta de ruidos y sonidos el calor me consume, me trilla la ansiedad y me astilla la impaciencia.

El zumbido emocionado de la sangre de las arterias amenaza con escapar por los oídos y se confunde con la furia de la tormenta ahogando cualquier sonido de pecado y el crepitar de un suspiro emocionado dentro de la cúspide del gozo entre llamaradas pasión y felicidad sin prisa.

La tormenta poco a poco se convierte en un arrullo al compás del goteo suave, leve e intermitente de las gotas al caer y el trinar de las aves en un nuevo amanecer y en la expresión agradecida de una mujer aún brilla la luz del amor.

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